Querer bien

Hablemos de voluntad. Es una palabra que me tocó muy de cerca este último tiempo, me encontré confrontada y paralizada, me sentí impedida de actuar. Abrumada por acontecimientos externos e internos, por el abismo, por la vida misma. Mi voluntad quebrantada, ausencia de ánimos para continuar. Sin dejar de confiar en lo que el camino me presenta a cada paso, caminando y observando
sin precipitarme a decidir. 
El día de los inocentes se llevó a mi abuela materna, y aunque ella ya lo había decidido así y yo era muy consciente de eso, su partida movió muchas aguas en mi interior. Darme cuenta de mi presente y vivirlo, fue una de las lecciones que más tocó este verano. Aprender a apreciar cada encuentro y presencia en mi vida. Direccionar mi energía hacia lo que quiero de verdad manifestar, sino lo que se presenta refleja mi misma ambivalencia interna. 
La dualidad continua, dos caminos siempre, el camino del guerrero siempre al medio, siempre impecable, observador, sin juicios. Sentí los pies atados, sentí culpa por lo que no me siento capaz de enfrentar, por mis propios límites. Solté esas culpas, me animé. Reconocí mi poder interno... autovalidé lo que siento, así a otros no les caiga bien u opinen diferente, lo que yo siento vale para mí. Hoy confío más que nunca en mi corazón y mis entrañas. Voy recuperando mis ganas de vivir, de amar, de compartir, de ir a por todo lo que mi corazón me dice. (es mucho!)
Recibí y sigo recibiendo visitas de amistades en mi casa, disfrutando mucho el compartir. 
En esas hice muchas lecturas, imprimí mi oráculo y, a pesar de que me faltó voluntad para hacer más, yo sé que dí lo mejor de mí misma. Claro que seguramente fallé, soy humana y quererme bien es aceptar que soy imperfecta, que estoy aprendiendo. 
Elegí el camino de la alquimia. Es una elección de vida, tiene sus costos. Y también sus satisfacciones. Hoy está muy de moda el shamanismo como terapia espiritual, la verdad es que nunca asistí a esas experiencias, aunque estoy segura que en algún momento lo haré. Cada uno de nosotros hace su camino, y ese camino lo va mostrando el corazón. Adhiero al shamanismo porque así me late, la alquimia me late, el barro me late. Iré transformándome en mejores versiones de mí misma, más humana y real, más conectada con la naturaleza y sus ciclos, con la sabiduría de las plantas, los animales y los minerales, un paso a la vez.
Agradezco cada experiencia, aprendo mucho todos los días. Agradezco cada sueño, los hago realidad a cada paso. 
Este viaje recién empieza, y hoy propone nuevos cambios. Con voluntad renovada me llevo hacia adelante. Y me quiero bien. 



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